El infarto agudo de miocardio se define como la necrosis del tejido del músculo cardíaco como consecuencia de una falta de riego sanguíneo al miocardio por parte de las arterias coronarias. La causa es la rotura, ulceración o erosión de una placa de ateroma en la pared arterial lo que conduce a la formación de un trombo que obstruye las arterias coronarias.
En ocasiones, sobre todo en personas mayores de 75 años, mujeres, diabéticos y enfermos renales pueden ser frecuentes síntomas como dolor en el epigastrio, indigestión, dolor punzante y dificultad respiratoria creciente.
Las consecuencias de un infarto dependen de la extensión del mismo. Si es de pequeña extensión se puede llevar a cabo una vida normal controlando los factores de riesgo y tomando el tratamiento prescrito para evitar la aparición de un nuevo evento cardiaco (infarto). Si es un infarto muy extenso, puede que presente insuficiencia cardiaca. En algunas personas y normalmente durante el ingreso hospitalario, suelen aparecer arritmias ventriculares o bloqueos del corazón que se controlan con el uso de dispositivos como el marcapasos o el desfibrilador.